26 de junio de 2017
Si ajustamos correctamente la temperatura del termostato para no pasar ni frío ni calor conseguiremos bienestar y confort. Además, ahorraremos en la factura de la luz y conseguiremos, con su buen uso, alargar la vida de nuestros equipos.
El termostato es el elemento, digital o analógico, del sistema climatización que ayuda a regular la temperatura que deseamos en una estancia. Su función es ir midiendo la temperatura de un lugar y cuando detecta que se ha alcanzado la que hemos indicado como deseada, da la orden para que la unidad exterior se detenga o bien el ventilador y compresor trabajen al mínimo.
Como veis, todo parte del concepto de “temperatura deseada”. Sin embargo, aunque la sensación térmica sea algo variable y personal, según el RITE, la temperatura correcta es de 21º en invierno y de 26º en verano.
Basándonos en ese dato, se debe establecer la temperatura en el termostato, elevándola algún grado en invierno si somos “frioleros” o bajando algún grado en verano para los “muy calurosos”.
Una confusión bastante común es entrar en una sala que está muy fría o muy caliente y poner el termostato al máximo o al mínimo, esperando así calentarla o enfriarla rápidamente. No sólo no se tarda menos en alcanzar la temperatura de confort, sino que además se aumenta el consumo energético enormemente.
Incluso al no haber ajustado correctamente el termostato, puede llegar la estancia a una temperatura demasiado alta o demasiado baja en la que no estemos cómodos y tengamos que parar nuestra calefacción/aire acondicionado para después volver a encenderlo.
Y todo este mal uso del termostato, genera además un mayor desgaste de los componentes y por tanto se reducirá la vida útil de nuestro sistema de climatización.
El termostato debe estar situado para que su medida no sea falseada, alejado de fuentes de frío o calor y con ventilación suficiente.
– Si el termostato está encima de una fuente caliente como un radiador, sobre la televisión, cerca de la parte trasera de la nevera o le da el sol, tomará una temperatura falseada, pensando que la temperatura es mayor que la que realmente hay.
– Por otro lado, si está tapado o no corre libremente el aire por él, no tomará una temperatura real de la sala hasta pasado mucho tiempo, lo que supondrá un mayor consumo de energía.
– El aire se estratifica de forma natural, acumulándose el más caliente arriba y el más frío abajo. Así, la altura tampoco es trivial ya que, si se coloca muy arriba o muy abajo, tomará temperaturas distintas. La medida adecuada es de aproximadamente 1,5 metros sobre el suelo.
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